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Amaban el peligro, odiaban el trabajo y ambicionaban la riqueza de los demás. Allí donde navegaban buques con riquezas, había piratas dispuestos a tomarlos por la fuerza... ésa siempre fue la premisa.

martes, 29 de junio de 2010

REFLEXION SOBRE EL TEMA APLICADO:


Del tema logramos aprender que los piratas y corsarios son seres sin compasión, sin preocupaciones. Quienes llegaron a nuestras tierras en busca de riquezas, saqueos, presentar irrespetuosidad hacia las ordenes. Sabiendo que estos no vivían en las mejores condiciones nos dimos cuenta de que son capaces de cruzar distintos obstáculos para conseguir su botín, aunque algunos hayan quedado atrás tras enfrentarse con españoles e indígenas de nuestro país.

Pregunta abierta:


¿Crees tu que los españoles y las injusticias que existían en la época colonial, provocaron la llegada de piratas y corsarios a Chile y América en general?



LOS CORSARIOS HOLANDESES


Se habla sobre todo de los corsarios holandeses, Un peligro mayor vino a representarlo la presencia de corsarios holandeses. En 1599 llegó una primera flotilla, cuyo destino final era la costa asiática, quienes se dirigían no sólo a la captura de galeones comerciales y el contrabando de mercancías, sino también incluyeron un intento de colonización en Valdivia e, incluso, una alianza con los mapuches.

Por su parte, la isla de Chiloé fue la base de operaciones de los corsarios holandeses. Desde allí organizaron los ataques a los diferentes puertos de la Capitanía General de Chile.

Las incursiones continuaban en las costas del Perú, buscando los galeones españoles que llevaban hacia la metrópoli todas las riquezas del virreinato.





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Cuando el holandés Sebald de Weert y sus hombres remaban hacia una isla del Estrecho de Magallanes, fueron vigilados por siete barcos con gigantes desnudos de piel rojizo-castaño y pelo largo. Los holandeses dieron muerte a tres de aquellos gigantes y se alejaron del lugar.






Los corsarios holandeses se refieren a los habitantes de Tierra del Fuego, de estatura similar a la de los europeos, pelo negro y dientes afilados, que se cubrían con pieles de animales. Eran excelentes pescadores y utilizaban barcas que semejaban las góndolas.











De ahí en adelante, corsarios y piratas asolarían de manera intermitente las costas chilenas. Tanto ingleses como holandeses, entre los que destacaron Woodes Rogers, Lord Jorge Anson, Enrique Brouwer y Elías Herckemans, no solo arrasaron con las mercancías, sino que también sembraron el temor en varias ciudades costeras del país, saqueándolas e, incluso, incendiándolas. Esto motivaría la construcción de diversos fuertes, como los de Niebla y Corral (en las cercanías de Valdivia), desde los que se defendían los asentamientos españoles.




domingo, 27 de junio de 2010

Los piratas y corsarios en puertos chilenos





Los corsarios y piratas asolaron muy a menudo los puertos chilenos. La aparición de sus naves en nuestras costas era tenida como verdadera calamidad nacional. La extensión de nuestras costas y la falta de medios eficientes impedían una defensa eficaz y quedaban los puertos a merced del abuso y tiranía del corsario o pirata que les exigía fuertes sumas de rescate.


Indudablemente, la cantidad de minerales (en su mayoría oro y plata) extraídos desde las nuevas colonias despertó la codicia de los demás países europeos. Celosos de las riquezas que estaba disfrutando la corona española, algunas de las potencias rivales iniciaron violentos asaltos a los navíos que transportaban el preciado botín. Cualquier estrategia era válida para ser partícipe de esta nueva fortuna encontrada en el nuevo continente.

Por ello, desde mediados del siglo XVI y hasta el siglo XVIII, las costas de América
estuvieron constantemente devastadas por corsarios y piratas. Motivados por intereses personales o bajo las órdenes de los gobiernos de sus respectivos países, todos ellos tenían por objetivo saquear los suculentos cargamentos y romper con el estricto monopolio español.

Impresionantes recuerdos nos han dejado corsarios como Drake, Cavendish y el pirata Sharp. El corsario Alejandro Selkirk, abandonado en la isla Juan Fernández.



Debido a que gran parte de las embarcaciones alcanzaban el océano Pacífico a través del estrecho de Magallanes y a los considerables embarques de oro y plata, nuestro país no se libró de la presencia de estos personajes. Uno de los primeros registros que dan cuenta de estos hechos data de fines de 1578, cuando el inglés Francis Drake atacó el puerto de Valparaíso, llevándose un importante cargamento de oro y provisiones que tenían como destino final el Perú.







En diciembre de 1680, el inglés Bartolomé Sharp, que venía operando en los meses anteriores frente a la costa del Perú, desembarcó en Coquimbo y tomó La Serena después de provocar huida de sus habitantes tan pronto se disipó la expectativa de los vecinos de hacer frente a los bucaneros. Sharp negoció un rescate por la ciudad con el corregidor, pero, no pudiendo reunir el dinero y descubierto un intento de echar a pique el buque inglés, se decidió por saquear el y prenderle fuego. Los principales edificios de La Serena fueron arrasados. Antes de dejar estos mares, a finales del año siguiente, Sharp siguió actuando contra intereses mercantiles situados en puntos más septentrionales.





Como amargo recuerdo de esta incursión de Sharp quedó la frase que se gritaba en Santiago al saberse el desembarco de los piratas en Coquimbo:

"¡Llegó Sharp a Coquimbo! , frase que luego derivó en: ¡Llegó charqui a Coquimbo! para significar sorpresa por la presencia repentina de cualquier persona bulliciosa y alborotadora.

¡ Llegó charqui a coquimbo !
La explicación de este giro se encuentra en el hecho histórico de la llegada sorpresiva del almirante inglés Bartolomé Sharp a Coquimbo, en 1680. El 13 d
e diciembre llegó el pirata a Coquimbo, atacó y tomó al día siguiente la vecina ciudad de La Serena.
Varios piratas continuaron asediando la costa de Chile durante los decenios siguientes. Y el avistar a algún barco pirata era para los coquimbanos el nom¬bre de Sharp el que pronunciaban: ¡Ahí viene Charp! Y así habría nacido Llegó Charpe a Coquimbo.
Cuando se olvidó el nombre y no se comprendió el adagio, se cambió Charpe en chaqué y charqui,
Y según don Benjamín Vicuña Mackenna, de aquí vino el pintoresco refrán de decir por los sujetos que llegan de improviso y con alegría o atolondramiento a un paraje o un hogar: ¡Ya llegó Sharp a Coquimbo!

¡ Llegó charqui a penco !
Nada tiene que ver con el pirata Sharp, sino que con el buen y sabroso charqui de La Florida, de Ñipas, de Coe
lemu, de Itata, que llegaba a Penco.
Dice el historiador Fernando Campos Harriet: "La verdad es que el dicho recordaba todo lo contrario; que algo bueno había llegado a Penco. Y eso bueno había sido precisamente el charqui. Por eso cuando una niña bonita aparecía en los bailes penquistas y vehementes galanes la rodeaban, más de algún viejo envidioso y haciéndosele agua la boca, exclamaba ¡Llegó charqui a Penco!".

Bartolomé Sharp ni supo que su apellido, los coquimbanos lo pronun
ciaban "Charp" y de ahí, el olvido del nombre, derivó en Chaque y después en Charqui.






Bueno, también cabe mencionar al Pirata William Dampier, quien comandaba el Cinque Ports, y que desembarcó a Alejandro Selkirk en "Mas a Tierra" en Septiembre de 1704. Y a quien rescató a este náufrago el 12 de Febrero de 1709, el capitán Wallace Woodes Rogers, comandante del Duke de la armada británica (También con licencia de Corso), quién contaba coincidentemente como primer piloto a William Dampier.

En el año 1720 recala en la isla el buque corso inglés "Speedwell" al mando del capitán Shelvocke (con licencia de corso otorgada por la corona), que zarpó del puerto de Plymouth, el 13 de febrero de 1719. Sus "Percances, hazañas y fechorías", que tuvieron enloquecidos por el pánico a los mayores desde Ancud hasta Acapulco, fueron anotadas en su bitácora de navegación, que terminó el 25 de Mayo de 1720, cuando huyendo de un buque español, navegó rumbo al Archipiélago Juan Fernández , donde un fuerte viento arrojó a la nave contra la costa haciéndola zozobrar.